viernes, 4 de abril de 2014


Soltando los cabellos, soltando los anhelos.

 


Soltando los cabellos, se sintió en medio de cientos pétalos y de las hojas de sus anhelos, liberando sus esporas.

Todo transcurre entonces libre y en movimiento, adquiriendo el sendero de su propio destino.

Se dejó guiar por la levedad que le otorga, el descubrir unos pocos centimetros bajo su vientre se encuentra un centro de sí maduro.

Sin temor entonces deambula por sus propias cuevas y sus húmedos laberintos, mudando de piel como si desprendiesen de él, las alas de las mariposas.

En su quietud en movimiento late esa madurez de un corazón que no se agita, viviendo el segundo incalculable que cada respiración conlleva.

Su espíritu esta suspendido en el instante que lo hace volar y aterriza de nuevo en sus cabellos, siguiendo la brisa de sus propios ojos.

En ese proceso de despertar se desprende de su pecho la sangre ya vivida, recirculando de nuevo rumbo al centro de su cuerpo, oxigenando su ombligo.

Todo ello ocurrre mientras va soltando sus cabellos, soltando sus anhelos...

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