Soltando
los cabellos, soltando los anhelos.
Soltando
los cabellos, se sintió en medio de cientos pétalos y de las hojas de sus anhelos, liberando sus esporas.
Todo
transcurre entonces libre y en movimiento, adquiriendo el sendero de su propio
destino.
Se dejó guiar por la levedad que le otorga, el descubrir unos pocos centimetros bajo su vientre se encuentra un centro de sí maduro.
Se dejó guiar por la levedad que le otorga, el descubrir unos pocos centimetros bajo su vientre se encuentra un centro de sí maduro.
Sin
temor entonces deambula por sus propias cuevas y sus húmedos laberintos, mudando de
piel como si desprendiesen de él, las alas de las mariposas.
En su
quietud en movimiento late esa madurez de un corazón que no se agita, viviendo el segundo incalculable que cada
respiración conlleva.
Su espíritu esta suspendido en el
instante que lo hace volar y aterriza de nuevo en sus cabellos, siguiendo la brisa de sus
propios ojos.
En ese proceso de despertar se desprende de su pecho la sangre ya vivida, recirculando de nuevo rumbo al centro de su cuerpo, oxigenando su ombligo.
Todo ello ocurrre mientras va soltando sus
cabellos, soltando sus anhelos...
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