La conciencia de la fiera

A la caza de los talentos...

Somos panteras, águilas, caballos e incluso feroces pirañas. 


Las fieras poseen talentos prodigiosos. Si las observáramos, detenidamente, encontramos en ellas valiosas virtudes para gozar la vida… En cada uno habita una fiera con innumerables talentos… Si adquirimos la conciencia de nuestra fiereza descubrimos que somos fuego, tierra, aire, agua y energía. Cada elemento se manifiestan de manera particular; reconocernos en nosotros nos ayuda a descubrir un sinnúmero de dones que todos poseemos.

¿De que están hechas las fieras?

Se habla de cuatro naturalezas fundamentales o elementos simbolizados como: fuego, tierra, aire, agua y energía. Estos son y forman parte de nuestro universo, así es como en los volcanes y en el centro de la tierra, siempre, ha habitado el fuego, al igual que el procedente de la luz del sol. 


El elemento fuego representa la fuerza del espíritu, el esplendor y el reconocimiento. La energía de este elemento se caracteriza por su crecimiento hacía arriba y porque irradia luz y calor, es pasión y energía. Cuando este elemento es magma, las acciones arremeten contra de los obstáculos. No obstante, el calor y la luz de una sola vela iluminan los espacios más oscuros por más pequeña que esta sea. Cuando este fuego es brasa mantiene encendidos nuestros ideales y sueños.

El fuego es fuerza, energía que enciende la luz en momentos donde es necesario actuar y reaccionar, sin embargo, en momentos muy emocionales es necesario tener cuidado para que su efecto arrasador sea controlado. El fuego debe calentar y transformar si es necesario. La invitación es a mantenerlo siempre encendido, no apagarlo. Si la emocionalidad se desborda, siempre cuidar la llama.


La fiera interna manifiesta el fuego y se conecta con la tierra


La Tierra es el sustento de la vida, así como nuestra propia estabilidad; puede sostener la vida de una idea, de un deseo o un sueño. Sin este elemento dentro de nuestra naturaleza, todo quedaría en la imaginación.

La tierra es una invitación a actuar, a sembrar y cosechar en armonía con el entorno. El "abono" es la esencia divina que circula siempre. La energía de la tierra encausa los propósitos para convertirlos en realidades. Cuando se actúa con decisión los sueños se arraigan y concretan.


La brisa del viento acaricia el pelaje, consiente a todos los seres. Transforma a una pantera en un dulce gatito







Libre como el viento, así las ideas vuelan al igual que la imaginación.
El aire es la creatividad total.  

Cuando la fiera reflexiona, cierra los ojos, se adormece y es capaz de sentir el viento, ligado a una claridad mental que puede llevarnos a nuestro objetivo. Si se anclan las ideas en tierra y se armonizan con la acción del fuego, no solo los pensamientos quedan en el aire sino que aterrizan, toman fuerza, mientras la fiera medita y hasta ronronea.


El agua inunda los ojos de todos los seres vivos, es la sensibilidad externa e interna combinadas en una



La energía del agua y su alta dosis de sensibilidad necesita de: (i). el aire para ser innovadora, (ii). la tierra para ser real y (iii). el fuego para tomar fuerza. Igualmente, el agua debe tener un cauce de buena tierra para que no se "desparrame" y hacer que los proyectos se conviertan en realidades. 

El objetivo, es la obtención de un río de resultados. 

El calor de la llama, incluso de una vela, puede llevar a un líquido a ebullición; esto es primordial para cambiar de estado y, así, disfrutar también del calor de la vida e ir saliendo de la comodidad del caparazón.

Cada elemento se integra con la energía.
Esta le imprime a los otros cuatro elementos dirección. 
Es la esencia de la acción en absolutamente todas las cosas; es la que nos hace vivir, actuar y reaccionar.
Le imprime el entusiasmo a cada cosa que hacemos. 
Es la salud, la realización en todos los aspectos. 
Es indispensable recargarla y activarla, sobre todo, si se siente carecemos de ella por momentos. 
Cuando nos descontrolamos es necesario respirar profundo y volver a la armonía de su cauce.




Orientando la voluntad hacia el goce total de la existencia. La fiera en movimiento




Cuando uno baila no lo piensa, simplemente lo siente y así lo expresa. Es una forma de comunicación animal y a su vez espiritual si así lo concebimos. Cuanto más alegre estamos más sabor le imprimimos a los movimientos. Finalmente, cada movimiento es libre sin condicionamientos sin miedos y cuando lo hacemos es porque nos gusta; no forzamos a nadie a que baile con nosotros. Cada uno tiene su ritmo 

Alguna vez bailando salsa sentía como para los amantes de un ritmo la música es un majar exquisito finalmente, es "salsa"

No se atrapa a nadie ni se condiciona a una particular danza; cada persona que a nosotros llega es porque le gusta la manera como nos movemos por la vida.

Es como las abejas, ellas libremente van a las flores y se guían por el aroma que emanan. Nunca se ha visto una flor volando hacia los panales. Si la flor es sana, aromática y llamativa es atractiva para otros insectos, murciélagos o aves.  

Ser concientes



La conciencia de la fiera se despierta cuando se reconoce ella misma; esta ondula con sus dones y talentos. De repente, un día, despertamos de un estado de hibernación y, al encontrarnos, reconocemos nuestras propias capacidades. Es cuando "la danza de la selva interior comienza". Tantos talentos como personas, tanta creatividad que nos hacen únicos. Por lo tanto, el concepto de competitividad es erróneo: no existen ni existirán dos personas iguales.

 "Las fieras aunque tengan las mismas manchas rugen diferente"

Los movimientos difieren según el animal; por ejemplo, el galope del caballo llega a suspenderlo en el aire, es más, todos los caballos vuelan un sutil instante. Es algo imperceptible, pero se elevan por breves momentos y luego nuevamente se conectan con la tierra. El galope es armónico, casi un cántico para los oídos. Este transmite esa sensación de seguridad y el compás del equino es una danza. 

Todos los animales danzan y, cuando lo hacen, se fusionan con su entorno. A veces, nosotros al no ser conscientes de nuestra danza nos perdemos dicha conexión e incluso hasta el movimiento puede resultarnos caótico. 

Aligerar el paso es soltarse por completo. Es escuchar las fieras en la noche y su movimiento en el día. Es descubrir nuestro propio ritmo en la respiración consciente. 

Que es más fácil ¿reconocernos? o ¿buscar ser reconocidos? 

Al valorarnos adquirimos y representamos nuestro valor real, no mendigamos afecto porque el está en nosotros, somos firmes o sutiles según cada uno, pero sobre todo auténticos. No nos engañamos a nosotros mismos para poder sobrevivir y entendemos que todo lo bueno que va llegando, a cada uno, es porque lo merecemos. El padre cuida siempre del hijo y le da lo mejor, no hay necesidad de pedir porque, todo, ya nos fue otorgado.


 ... Y al final la pregunta será: ¿qué hiciste con los talentos que te di?, ¿encontraste tu propia manera de bailar en tu existencia vital? 

La invitación es a dejar las cargas innecesarias, como decía el autor: “andar ligeros de equipaje”. 
Que la vida se vuelva, en ti y en mí, una melodía porque esta fiera lo que vino fue a gozar.



Floreciendo


Al despertar emitimos un rugido. 
Ese silencio que se escucha cuando se abre una flor. 
Nos sentimos en primavera, en una estación eterna dentro del corazón. 
Nos topamos con los arcoíris que nos recuerdan la esperanza. 
Descubrimos en nuestras manos el pincel para dibujar cada cuadro que habita en el presente. 

El paso silencioso y certero del felino se encamina a descubrir sus dones y a expresarlos en su máxima expresión.  Para ello debe ejercitarse tanto mental como físicamente. Si nuestro cuerpo no puede moverse la mente si lo hace. Esta puede cambiar una calamidad, en algo de lo cual poco a poco se va aprendiendo. Se ejercita el don de la paciencia; primero con nosotros mismos y luego si con los demás.

El rugir es un emocionarse con la vida, con la trascendencia, con cada sonido y silencio natural. De pronto, la abundancia nos rodea; existe en todo sentido. Cada paso lo aprendemos a valorar, incluso esos pequeños avances. Cada micros egundo que se nos permite respirar. Vamos cultivando nuestra espiritualidad para aprender desde la contemplación y la meditación a vivir con la calma de un animal salvaje.

Volvemos por un instante al vientre de nuestra madre; cuando todo era tranquilo, cobijados bajo esa sensación de protección. El corazón de la madre era nuestro himno. Al volver al origen la naturaleza es esa madre que que, a pesar de todo, siempre nos protege, siempre nos gesta.


Al abrirse 



Ni una sola flor, ni una sola ballena, esta realmente sola. 
Cuando entramos en conexión con una rosa o con una pantera el vacío desaparece. 
Nos llenamos de vida, el viento es una caricia a pesar de nuestra fiereza.  
Esa sensación de protección es mucho mayor de lo que nos hubiésemos llegado a imaginar.
Si la fuente es infinita al igual que la materia, los verdaderos deseos, plenos y profundos no tienen limites…

Cuando nos aferramos a un camino antiguo o actuamos sin entusiasmo, se frena nuestro encuentro con la plenitud.  Es necesario actuar con seguridad, confiar en la sabiduría que vamos, en cada rugido, descubriendo. Mudar de piel. 

En crecimiento



Las raíces de las plántulas, sean terrestres o sean acuáticas, son pequeñas.
Decididas se introducen en su medio.
Se afianzan a el y lo reconocen como la fuente de su alimento y esencia.

Nuestras semillas ahora son plántulas, pequeñas crías de leones o camellos. Ahora, abrazan a la tierra con sus venas hechas de raíces o crecientes uñas. Con el tiempo, se tornan robustas, con gruesos troncos o potentes patas. Evolucionan y nos invitan  a crecer, a soltarnos y olvidar lo que no nos permite ir hacia arriba en todas nuestras dimensiones. 

La planta sonríe, el animal disfruta, son la manifestación de la nobleza, libres de juicios, simplemente son.


Pensamientos y movimientos concéntricos 



Una palabra debería ser como un silencioso y amoroso rugido; el movimiento como el aleteo de una ave o el zigzageo de la serpiente.

“Cuando piensas en un movimiento lo creas” (Jesan). 

Cuantas veces nos gustaría crear movimientos propios y sagaces. Caminar mas livianos o sumergirnos en lo profundo del agua con la naturalidad de un pez. El hombre siempre ha tenido la capacidad de crear, tal vez, ha sido la criatura mas bendecida del universo en dones. Sus creaciones pueden ser fantásticas e innovadoras.  

El cerebro es una caja de ideas y pensamientos transformables, contamos con la capacidad de fusionarnos con la tierra, para entenderla, respetarla, amarla y venerarla. 

Esencia liberada, semillas del ser



Las semillas de nuestro sentir están en continua fructificación de deseos prósperos y armónicos. 
 Cada semilla es perfecta, así, como lo es una hiena. Todo ser, hasta el más diminuto, tiene una razón de existir. 

La esencia de la vida es continua e infinita en continua transformación, por lo tanto, podemos cambiar cualquier situación no deseada en cuestión de milésimas de segundo si tenemos la suficiente certeza que es así. Un aprendizaje conduce a otro y frente al reconocimiento de las habilidades de cada ser; es una fuente que nunca cesa y de la cual siempre brota agua nueva.  La adquisición de nuevos conocimientos y habilidades conlleva a la adquisición de herramientas y al enriquecimiento en todos los sentidos.  La realización es desde el plano físico, mental y espiritual una trilogía armónica sin límites, abundante y participativa. 

Aportar al mundo felicidad es el deber más grande que tenemos. La felicidad es mi misión en el planeta. Esta parte de mi plena realización personal, no desde la tristeza o el sufrimiento, sino desde la alegría que imprime el sentirse vivo y parte del universo. 

No es compitiendo, sino creando, no es desgarrando al otro. La envidia es fruto del miedo a nuestra propia emancipación. 

No es necesario  quitarle nada a nadie, ni robar la riqueza de las ideas de otro. Es sacar a la luz esa infinita capacidad personal que nos fue otorgada desde el nacimiento. En la medida que me reconcilio mas con mi entorno, el mundo comienza a gestar cada bello y nuevo regalo.

Nos fue concedido el poder de pedir con fe y con profunda convicción todo lo deseado. 
El lobo aulla a la luna, sabe que por muy lejos que esté esta lo escucha.


Mar de montañas, la manada



En las montañas lentamente avanzan las fieras en procura de sus dones. Las águilas en las partes mas escarpadas, arrancan sus garras para que nazcan nuevas. Al levantar la mirada cada miembro de una jauría refleja en sus ojos las pequeñas estrellas andantes. Nos recuerdan que cada persona que cruza por nuestro camino es una luz, una nueva oportunidad para aprender de ella. 

En las fieras, las crías miran con afecto a sus padres, les envían vibraciones de amor que siempre sanan.  No saben de pobreza, solo de abundancia y cuando el alimento escasea continúan. No se interponen en los caminos de nadie, simplemente existen. Como los animales, cada semilla que ha sido sembrada requiere cuidado, pero nacerá independientemente de nosotros.

Somos autores de nuestro destino cuando nos soltamos.
Somos auténticas plantas, decidas fieras. 

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