sábado, 29 de junio de 2013

El día del encuentro de la realidad y el sueño

Un día se levantó de madrugada el sueño y acaricio a la realidad.



Ella lo observó desconcertada, sabía el sueño era el dueño de la noche: un habitante taciturno, esquivo de alguna esquina en la madrugada.
Por primera vez se reconocían en una mañana justo al momento de despertar.
Ella se estremeció. Sintió al sueño de sus sueños rozando sus cabellos y su mano sobre la claridad de su piel.
Tiernamente se miraron y se descubrieron en medio de esas nubes que se cernían en las pupilas de sus propios reflejos.
Así, se fusionaron para nunca dejarse.
Desde aquel momento, la realidad estuvo íntimamente unida al sueño. 
Él, adquirió la capacidad de proyectarse en el espejo de la realidad y ella, en el de los sueños.

Nunca volvió a existir un límite exacto entre ellos.



martes, 11 de junio de 2013

Una canoa en el magdalena.




 En el siglo XIX, el Río Magdalena era aún un territorio libre de grandes extracciones. 
Era una ruta turística y comercial;
camino de creadores y artistas colombianos y extranjeros. 

La siguiente es una breve reflexión inspirada en una pintura de un hombre en la ribera el portentoso Magdalena.



Se sentó a observar esa canoa posada sobre el río Magdalena; él contemplaba una de las grandes vertientes del Sur de América. Pensó, cuanta riqueza llevaba a través de sus venas. 

Grandes bagres rozagantes y danzantes en medio de su cauce eran observables.

Un siglo después, la situación cambiaría a lo largo del río.

Diversos cortes extractivos irían siendo realizados, para suplir las necesidades de las grandes ciudades, en procura de nuevas fuentes de energía.

 ¿Pero los peces?, ¿los grandes bagres?, ¿los pescadores y toda su vida?, ¿que pasaría? Eso nadie ni el más sabio lo sabría; mas, hasta un niño percibía que nadie sin líquido fluido podría tener alegría.


Cortar los ríos ha sido durante más de un siglo el común denominador en toda América, Asía, África e India... No obstante, el día que un río deja de cantar, vamos perdiendo la capacidad de reconocer el verdadero valor de la energía del líquido: este está en su natural camino, en su propio cauce. 

Quizás,  ¿no sería mejor iluminarse con una vela que quitarle la risa a un río?