domingo, 22 de marzo de 2015

La sincronización del corazón.

Titulo de la Obra: Mandala of heart. Artist: Alice Mason.


Pareciese el corazón latiera sin descanso, mas entre cada sístole y diástole existen efímeras partículas de segundos donde se mantiene inmóvil.

Es en esa pausa invisible donde se teje una línea tenue , que nos separa de la vida o de la muerte.

  Son esos espacios imperceptibles los que nos mantienen a su vez unidos con la tierra y una estrella del universo.

Damos por hecho la vida, más ignoramos la magnificencia de nuestro corazón y que en un momento volverá a su origen.

Solo cuando una mano se posa en nuestro pecho, sentimos su cabalgata; ese motor sublime de nuestra existencia.

Nuestro ritmo se acelera ante la sorpresa, la angustia o una súbita alegría, no obstante el corazón cada emoción la diferencia y la interpreta, originando en cada caso una particular canción.

Cuando el latido es sincrónico navega en el curso de su intuición, siguiendo la melodía del amor que canta y comunica su razón de ser, haciéndose poderoso e imparable.

Es capaz entonces de seguir su propio y particular sonido, rodeándose de corazones que en compañía le acompasan – como si fuesen una gran orquesta  creando melodías – conformándose en el agua que emanan cristales y en su sangre un fluido perfecto.


Los corazones sincrónicos adquieren alas y vuelan, adquiriendo los ojos de las águilas y la certeza de la luz de su propia alma y de las que le acompañan.

(Katty Alexandra)

domingo, 15 de marzo de 2015

La paciencia, la ciencia de la Paz. 
(palabras de un maestro).

Mandala en la naturaleza. Imagen tomada de: https://virgiliotovar.wordpress.com.


Dialogando con un maestro le comentaba de mis angustias, miedos, ansiedades y demás… el solo me miro sonriendo y me dijo:

- “Practica la paciencia, la ciencia de la paz”.

Reflexione y pensé:

-          Cuantos sufrimientos me hubiese ahorrado,  si hubiese  contado con la paciencia que otorga la sabia espera.

-          Cuantos latidos hubiese amorosamente comprendido, entendiéndolos según la procedencia de cada ser.

-          Tal vez hubiese estado más atenta a cada percusión perfecta de cada ser que amo, comprendiéndolos y entendiéndolos como únicos.

-          Si tan solo hubiese entendido que el  tiempo es individual; un ciclo compuesto de ondas que se expanden, desde el pensamiento más diminuto hasta llegar al puerto de su acción.

-          Entonces sería más amorosa, conmigo misma y con los demás.

- Comprendería cada efecto ocasionado por las acciones que precedieron a las palabras – solo turbadas por la impaciencia – .

- Solo es necesario darles el compás de la espera, para que se mesan calmadamente en el agua de mis emociones.

-          Así sin aceleramientos, las consecuencias de su paso, llevarían solo la fuerza o sutileza necesaria que envuelve cada encuentro o desencuentro de silabas procedentes de diferentes almas.

-          Llegaría a ser capaz de escuchar el mensaje emitido por cada latido - y el valioso instante de sus silencios -.

-          Escucharía sin premura la caricia musical y vital de cada corazón, incluyendo el mío.

- Sería capaz de interpretar las burbujas de mi propia sangre y los sonidos que ocurren en el interior de mis espacios afectivos.

-    Buscaría ser más armónica elevándome en el viento, como un grano de arena, entregándome sin tantos titubeos a esa corriente interna, que con sabia guía nos indica el camino de nuestra valiosa intuición.


La paciencia es como una ciencia, una invitación a que confiemos en el poder del amor sin prisa, pero que esta ahí y siempre llega, de otros y de nuestro poderoso corazón.

(Katty Alexandra).

viernes, 6 de marzo de 2015

La tormenta y el atardecer



Después de un día cálido se desató sobre el valle una tormenta, dando origen a un río que bañaba las laderas que le rodeaban.

El atardecer pacifico aguardaba el paso de la lluvia, esperando y respetando el momento de la torrencial y la existencia de cada uno.

- En la naturaleza todo tal cual ocurre es perfecto -, le dice un sabio a una aprendiz; que asustada se encuentra  al descubrirse en medio de los propios rayos que desencadena el agua de sus desafíos y miedos que al superarlos darán origen a su propio caudal.

Katty Alexandra
Encuentro de humanos.


¿Y si fuese cierto aquello que dicen los sabios, que en nosotros siempre ha habitado lo femenino y lo masculino?.

Quizás siempre hemos habitado fusionados en nuestra propia agua, y así hemos deambulando por la tierra.

Hemos volando en el aire de nuestros sueños de sentimientos y calentando bajo el fuego de esa energía esférica y espiral que nos mantiene vivos.

Quizás así nos explicaríamos porque nuestros ojos brillan como un par de estrellas que siempre han habitado juntas y de una buena vez nos sentiríamos completos.

No le otorgaríamos tanta carga al otro, por nuestro propio miedo a trabajar aquello que nos genera aflicción y que solo es personal.

Sería el otro un compañero, un mundo entero por navegar y nos sumergiríamos en una aventura con cada humano, llena de encuentros y fantasía, y de igual manera eso seríamos para el otro; un recinto profundo con luz y oscuridad.

No existirían días para las mujeres y otros para los hombres y seriamos capaces de regalarle a un hombre una rosa,  sin ese complejo de reconocer su tesoro femenino.

Amaríamos lo masculino de los otros y comprenderíamos sus emociones femeninas trasmutadas en finas lagrimas.

No solo la sensibilidad sería de mujeres y la fuerza de los hombres, reconoceríamos somos completos y el otro sería un universo entero, por amar, descubrir y abrazar.

(Katty Alexandra)