martes, 25 de febrero de 2014


Lluvia de niños.
Niña del pescador. Foto: Katty A.
 

De repente comenzaron a caer como una lluvia clara bajo el sol de cabelleras rubias,

Otros eran gotitas rojizas adornadas de pecas  y cargadas del otoño al atardecer.

La noche trajo una tormenta de niños indios, negros y mestizos como gotas de chocolate y sonidos dulces al sentirlas caer.

Los truenos de sus risas sacudieron mi alma dormida, que despierta se maravillaba de su existencia.

Así cada niño venía como un rayo tan brillante, sacudiendo la más honda tristeza.

Respirando tan cerca al ritmo creador de la tierra.

Tras la lluvia de niños florecieron los campos secos de conflictos e infértiles de esperanza.

Se purificó el aire, se soltaron las armas y todos entonamos un suspiro disfrutando de esa lluvia que solo sabe de entrega.

viernes, 21 de febrero de 2014


El oleaje de palabras.
Espumas. Foto: Katty A.
 
El mar trae eso silencios y palabras que suenan a olas.

Granos de la sal de la vida en letras, con una extraña dosis de melancolía que la hacen emotiva.

Su extremada sensibilidad es profunda fortaleza de la ola contemplativa, que inevitablemente calma.



Cada símbolo, cada latido, lo traen los peces en sus tripas y se insertan como agujas que lapidan el frio y ensalzan el calor de la tranquilidad y la paz.

Dan esas ganas de bañarse con la brisa de pensamientos nunca nombrados, ni comunicados.

 Siguiendo sus gritos profundos desde la intimidad que cobija el alma.

 ...Despierto hoy tan cerca junto a este oleaje de palabras.

martes, 11 de febrero de 2014


El arroyito.

Mariposas en la Ribera. Foto: Katty A.

 

Cada arroyito es tan perfecto como una brizna de agua que sacude el corazón del río.

Es una caricia, un conjunto de pequeñas burbujitas vibrantes de la piel que posee el agua.

Una diminuta construcción de hojas líquidas con vibrante sonrisa, cálida e inocente.

Es una vena oculta.

Un vasito tan pequeño que lame la tierra donde se desplaza.

 

La ternura del arroyito surge del amor de sus cimientos y de una plácida o alucinante lluvia.

Es efímero, aparece y se desvanece  pero siempre renace, como una fuente que endulza los oídos del río.

 

Todos los ríos añoran sentir sus cosquilleos, en especial en las noches de luna nueva, cuando solo reina la oscuridad.

¿Que seria del río sin los arroyitos?, moriría sin su música, sin ese alimento que le aporta constantemente; no solo de agua sino de esa permanente lúdica que le otorga su fusión en él.

domingo, 9 de febrero de 2014


La avalancha del artista.

Se estremeció ese día su río y arrancó las orillas seguras.
Transformó su paisaje y se rebosó desbocado perdiendo el cauce del sentido.
Se entregó a la fuerza descomunalmente otorgada, dejando que fuera esa, su lengua profunda, la que llegara a las entrañas removiendo sus más recónditas arcillas.
Se contagio de tanta locura,  que ni las aguas más mansas lograron calmar ese volcán que estallaba.
Transpiró sin medida de esa lava oculta que en si llevaba, mientras devastaba la corteza de lo rígido.
Fue justo en ese preciso instante, que se perdió del mundo y se encontró en medio de la efervescencia de su propio manantial.
Lo penetro el rayo de su dote creativo y como un milagro, surgió el artista, ese pintor artesano que se arriesga a ser de una vez por todas…él.



martes, 4 de febrero de 2014

El poder de una flor.
Flower Power. Obra de: Catrin Welz Stein.


La agitación de sus pétalos sigue el viento y guía la ruta y la dirección de los suspiros.

Cada flor es una flagrante brújula, cuyos espejos de vida fecunda captan la luz, incluso en las noches cubiertas y oscuras.

Se abren por entero a la llegada del amanecer, mientras se enjuagan de rocío dirigiendo su mirada al sol naciente.

Cuando no penden de las ramas, siguen los entresijos de las entrañas de la tierra.
Se nutren de las arcillas, beben del humus e incluso sobreviven entre las arenas.

Conforman galaxias habitadas por seres tan pequeños que incluso el ojo más voraz ignora. 

Conectarse con ellas produce sonrisas, tocarlas invade de ternura, algunas no son ni femeninas ni masculinas, sencillamente se complementan.

Son frutos esquivos, belleza gestante, encuentro amoroso de insectos amantes que se impregnan de ellas para polinizar a las otras.

Estratagema de una naturaleza intuitiva que se desprende en forma de rosa, de lirios, de amapolas, de tan variados colores y formas compasivas y autenticas.

Nos acarician, nos palpan, se adentran cuando están vivas, nos besan los ojos y conmueven nuestros labios.

Una flor tiene la fuerza para permanecer y transformar un pensamiento triste en uno de esperanza porque su belleza es una pura manifestación de la grandeza.