martes, 17 de abril de 2012

Rios encantados


El río Tormes, un cuerpo encantado en Salamanca.


No existen ríos pequeños porque, como los grandes, todos tienen su encanto.
Un río es un lenguaje que resbala por la lengua original: nunca se detiene.
Irrumpir su curso es una herejía universal.
El río tiene alma de tierra, reconoce la madre en sus rocas y resbala por sus montañas, mientras, suelta sus cabellos.
En su nacimiento se entrega al fuego y origina la vida. Se transforma de joya de nieve blanca a sutil filigrana que asemeja la plata.
Por instantes, el río duerme en el lecho del cielo y se cobija con las nubes, luego nos ama a manera de lluvia o como sutil rocío, tiernamente, en las hojas.
Cada río es un labrador que con sutileza o coraje ciñe las cinturas de las llanuras.
Posee su cuerpo una esa sensualidad única que le otorga ser el, ser el río…