viernes, 28 de marzo de 2014

Sensación de amanecer.


Un suave susurro nos trae el viento,  a medida que un tibio rayo de luz se posa sobre nuestros parpados.
 ¡No es un sueño! estamos despertando, envueltos en la cálida sensación de cada amanecer en medio de imágenes.
Pareciese ellas proviniesen de lugares salvajes y se enredasen jugueteando con nuestras pestañas.
Dejamos que sean los rayos los que nos despierten,  como si saliéramos de un espeso bosque al abrir nuestros ojos.
Actúa entonces el efecto de la sutil la madrugada, que anuncia la vida que dormía y ahora ruge, dejando el encanto de la noche junto con los segundos de la penumbra que mueren.
Respiramos la frescura del aire en cada alba, cargada de brillo, de creaciones que emanan clorofila.
La melodía de alas se entremezcla entre las ramas de los arboles de aquella noche, cuando los sueños fueron su morada.
Al finalizar el día, de nuevo el atardecer nos prepara, canticos anunciando la oscuridad, como recordándonos posiblemente tendremos un mañana.
El amanecer es pura mística, una señal que indica todo en la vida es un ciclo, vivimos en permanente mudanza.

domingo, 23 de marzo de 2014


Camino maestro.

 
 
 
En la noche el trayecto se ilumina de principio a fin bajo la luna llena.

Cuando es curvo, pareciese condujera al caminante a una caída libre, rumbo a  la  vía láctea de lejanas galaxias.

En el camino observa transitan pedazos de seres vivos o muertos y  unos pocos enteros que pareciesen no ser de esta tierra. Sin embargo estos últimos que pasan lo hacen sobre él en absoluta entrega.

Estos son los maestros compañeros del camino, aquellos que pisan con el pie entero resonando por dentro a medida que se estremecen y al firmamento entero.

Ninguna palabra que se lanza al camino queda sin ser escuchada y él responde en silencio, con cada una de sus  profundas enseñanzas.

Amor entre rocas.



El camino a todos recibe y espera, desde las pequeñas lágrimas de la lluvia, hasta la torrencial tormenta que anuncia la llegada de los cálidos rayos de luz.



Es entonces cuando surge  entre los quiebres de las rocas un idilio, surgiendo la pasión entre el agua y el sol.



Así,  al entrar en ellas, los escondidos nutrientes se unen originando las pequeñas plántulas de su amor.



El verlas tan perfectas conmueve hasta al más duro camino, seducido por la ternura que crece a manera de hierbas y de repente brota una diminuta flor.

viernes, 21 de marzo de 2014


En la misteriosa escucha del camino.

 
Pisadas y cielo. Katty A.


Al inicio, en los nuevos trayectos, las pisadas a veces transitan ligeras y descubiertas. Pareciesen  briznas sobrevolando en el viento.

Con el paso del tiempo al recorrerlos de nuevo,  los pies escogen hacerlo en transito lento  saboreando el sustrato.

Los diez dedos desde el pulgar hasta el pequeño, se hacen entonces oídos que  intuitivamente escuchan las narraciones del suelo.

Cuando los pies hablan, a su vez el suelo en silencio escucha, desde los pasos suaves cuando llegan reflexivos, hasta los agitados enceguecidos por el afán de llegar primeros.

El camino siente devoción por todos, en particular por los temerosos que por la angustia se entierran, mas si se tornan serenos, se confrontan, continúan y se fortalecen.

Valientemente  se arraigan a sus raíces y succionan lo que dentro de sí llevan, desenterrándose y enterrándose.

Siempre será cuestión de rumbo, de permanente escogencia, escuchando el camino.

viernes, 14 de marzo de 2014

Trenzas de versos.



Hiló tantos versos como se lo permitieron sus largas trenzas.

Los elevó entre las nubes de sus deseos, cuando corría el viento de sus esperanzas.

No se detuvo y se dio el lujo de leerlos, incluso en los rincones más oscuros a los que osaron llegar.

Se rodeó de pétalos de los torbellinos de profunda melancolía, al divisar la incierta oscuridad de algunos de ellos.

Pero fue allí, en los oscuros, cuando descubrió en sus sombras hay otro mundo inmerso.

“Versos prohibidos” esos que ella misma se había prohibido relatar.

Fué en la ausencia de luz que se enfrentó cara a cara con el miedo a escribirlos, volviendo a la claridad y descubriendo, que ni el más profundo temor se resiste al amor de relatarlos.
Los fue hilando con amor y ternura en la oscuridad y en la luz.
Así los convirtió en una trenza infinita, donde ningún verso es prohibido, cada uno tiene el poder de resarcir corazones.
Cuando sentía temor de ellos, los atravesó con besos y les prodigo del calor de su espíritu gestante.  
Así, siguió su trenza, subió al cielo, bajo al desierto, enjuagó su lava y continuo de nuevo, sin detener el hilo de sus versos.

viernes, 7 de marzo de 2014


Vertiente femenina.
 
 
Una vertiente femenina surge diminuta y de intangible belleza, como una comunión invisible de curvilíneos átomos, conformando redondeadas moléculas emotivas.
 
Se abrazan azarosamente las moléculas hasta la conjunción de finas gotas del tamaño de la expresión de una lágrima.
 
Se reúnen poco a poco y resbalan en su delicadeza de hilos transparentes, conformando trenzas de pequeños meandros, donde la luz se refracta y se refleja.
 
Desatan una revolución de otros átomos que crecen inmersos en ellas y fructifican en seres microscópicos verdes y azul aguamarina.
 
En su lecho crece un cauce donde late la fuerza masculina,
 
dando origen a un arroyo que en su interior conserva el
 
delicado origen de la vertiente femenina.

sábado, 1 de marzo de 2014


Camino de tambores y cuerdas.
Composición de pinturas de Juan Nieves Burgos (tambores) y Miriam trébol López (la mirada).

Sonido de colores, que de pronto palpitan y resuenan en la selva.
Me desvisten el pecho, me subliman las sensaciones.
La magia del tambor tumba las fronteras del silencio y de pronto viaja entre los bosques a lejanas distancias.
Zumba su sonido desde el centro de los troncos, acompasando los rugidos de las panteras.
 
El gemido de los cueros revienta los tímpanos de la soledad y su elocuente eco acompaña a los habitantes, tocando el suelo de su cuerpo y enredándose entre sus cabellos, como a las cuerdas de unas lianas.
Cuando la percusión acude al encuentro de las cuerdas y se une a ellas, se desprenden melodias de truenos y notas que no proceden de esta tierra.
 
Inevitablemente se transforma la naturaleza de quien las recibe y de quien las entrega.
 
Los dedos son el canal conductor de un lenguaje de otras eras y la conexión de un ser con los cueros y las cuerdas, traspasa el alma sin medir distancias.
 
Esa es la divinidad que en este camino se alcanza, cuando pacientemente e intuitivamente se esperan antes de reventar en una composición magistral.