martes, 4 de febrero de 2014

El poder de una flor.
Flower Power. Obra de: Catrin Welz Stein.


La agitación de sus pétalos sigue el viento y guía la ruta y la dirección de los suspiros.

Cada flor es una flagrante brújula, cuyos espejos de vida fecunda captan la luz, incluso en las noches cubiertas y oscuras.

Se abren por entero a la llegada del amanecer, mientras se enjuagan de rocío dirigiendo su mirada al sol naciente.

Cuando no penden de las ramas, siguen los entresijos de las entrañas de la tierra.
Se nutren de las arcillas, beben del humus e incluso sobreviven entre las arenas.

Conforman galaxias habitadas por seres tan pequeños que incluso el ojo más voraz ignora. 

Conectarse con ellas produce sonrisas, tocarlas invade de ternura, algunas no son ni femeninas ni masculinas, sencillamente se complementan.

Son frutos esquivos, belleza gestante, encuentro amoroso de insectos amantes que se impregnan de ellas para polinizar a las otras.

Estratagema de una naturaleza intuitiva que se desprende en forma de rosa, de lirios, de amapolas, de tan variados colores y formas compasivas y autenticas.

Nos acarician, nos palpan, se adentran cuando están vivas, nos besan los ojos y conmueven nuestros labios.

Una flor tiene la fuerza para permanecer y transformar un pensamiento triste en uno de esperanza porque su belleza es una pura manifestación de la grandeza.

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