Un torbellino entre
lo palpable y lo etéreo, entre la tierra y el aire, entre el agua y el fuego.
Eso siento somos, un
componente material que deambula entre
las calles y, a su vez, pequeñas luces que brillan y brincan frente a una sensación que las enternece.
Nuestros pies entonces
delicadamente se desprenden y nos hacemos más ligeros. Es un
instante de euforia y de súbito estremecimiento.
Descubrimos
es posible levitar al encontrarnos despiertos.
Somos hojas suspendidas en el suspiro del viento.
Sentirnos leves nos hace ser más conscientes de nuestros cortos o largos momentos.
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