Entrelazados
Pareciese que los arboles se abrazan cuando se entrecruzan sus ramas.
Sus hojas danzan en las copas y se acarician en un vaivén al ritmo del verde, rojo o naranja.
Luego, cuando llega la nieve, las hojas caen.
Estas divisan su árbol desde abajo, mientras, transmutan para volver a sus raíces.
En la desnudez es más evidente el abrazo.
Las ramas sinuosas se cruzan, sin revestimientos.
Es un contacto real y auténtico, esperando el renacimiento de sus nuevas hojas...
Los arboles se desnudan: nos enseñan que frente a los cambios, siempre, es posible crear lazos que atraviesan fronteras y desconocen las distancias, aunque pertenezcamos a distintos troncos.
No importa el color de nuestras hojas o si en algún momento de nuestras vidas llegamos a carecer de ellas… Es la cercanía al otro, al recordar los árboles, una invitación a entrelazarnos.
Pareciese que los arboles se abrazan cuando se entrecruzan sus ramas.
Sus hojas danzan en las copas y se acarician en un vaivén al ritmo del verde, rojo o naranja.
Luego, cuando llega la nieve, las hojas caen.
Estas divisan su árbol desde abajo, mientras, transmutan para volver a sus raíces.
En la desnudez es más evidente el abrazo.
Las ramas sinuosas se cruzan, sin revestimientos.
Es un contacto real y auténtico, esperando el renacimiento de sus nuevas hojas...
Los arboles se desnudan: nos enseñan que frente a los cambios, siempre, es posible crear lazos que atraviesan fronteras y desconocen las distancias, aunque pertenezcamos a distintos troncos.
No importa el color de nuestras hojas o si en algún momento de nuestras vidas llegamos a carecer de ellas… Es la cercanía al otro, al recordar los árboles, una invitación a entrelazarnos.
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