lunes, 17 de diciembre de 2012

Confluencias


 Que tal si alguna vez nos escucháramos y descubriéramos no somos tan diferentes.
La ternura de un felino es idéntica a la de un niño pequeño: no hay que temer el uno al otro.
El pelaje de las fieras calienta igual que un abrazo de esos que añoramos cuando son reales.
Que no importa si soy diminuto como una hormiga, porque al final es tu sonrisa la que te hace grande.
Somos tan ágiles como las gacelas en busca de sus ideales.
No hay montaña más grande que la que tú estés dispuesto a ver.
 Los infantes aprenden más fácil de los animales.  
Solo con juntar sus cabezas leen mutuamente sus pensamientos.
Juntos intuyen que no hay que tener miedo a ser diferentes.

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