domingo, 15 de marzo de 2015

La paciencia, la ciencia de la Paz. 
(palabras de un maestro).

Mandala en la naturaleza. Imagen tomada de: https://virgiliotovar.wordpress.com.


Dialogando con un maestro le comentaba de mis angustias, miedos, ansiedades y demás… el solo me miro sonriendo y me dijo:

- “Practica la paciencia, la ciencia de la paz”.

Reflexione y pensé:

-          Cuantos sufrimientos me hubiese ahorrado,  si hubiese  contado con la paciencia que otorga la sabia espera.

-          Cuantos latidos hubiese amorosamente comprendido, entendiéndolos según la procedencia de cada ser.

-          Tal vez hubiese estado más atenta a cada percusión perfecta de cada ser que amo, comprendiéndolos y entendiéndolos como únicos.

-          Si tan solo hubiese entendido que el  tiempo es individual; un ciclo compuesto de ondas que se expanden, desde el pensamiento más diminuto hasta llegar al puerto de su acción.

-          Entonces sería más amorosa, conmigo misma y con los demás.

- Comprendería cada efecto ocasionado por las acciones que precedieron a las palabras – solo turbadas por la impaciencia – .

- Solo es necesario darles el compás de la espera, para que se mesan calmadamente en el agua de mis emociones.

-          Así sin aceleramientos, las consecuencias de su paso, llevarían solo la fuerza o sutileza necesaria que envuelve cada encuentro o desencuentro de silabas procedentes de diferentes almas.

-          Llegaría a ser capaz de escuchar el mensaje emitido por cada latido - y el valioso instante de sus silencios -.

-          Escucharía sin premura la caricia musical y vital de cada corazón, incluyendo el mío.

- Sería capaz de interpretar las burbujas de mi propia sangre y los sonidos que ocurren en el interior de mis espacios afectivos.

-    Buscaría ser más armónica elevándome en el viento, como un grano de arena, entregándome sin tantos titubeos a esa corriente interna, que con sabia guía nos indica el camino de nuestra valiosa intuición.


La paciencia es como una ciencia, una invitación a que confiemos en el poder del amor sin prisa, pero que esta ahí y siempre llega, de otros y de nuestro poderoso corazón.

(Katty Alexandra).

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