domingo, 1 de febrero de 2015

El encuentro con la pureza primordial.
La diminuta y perfecta rosa. Foto: Katty A
 


 Dos caminantes se sentaron a observar las flores y sintieron se poso sobre ellos, una levedad que atravesó sus pieles.

Lentamente se fueron irrigando de rosa sus mejillas, mientras a ellos se acercaron cientos de mariposas que volaron y los besaron con sus espiritrompas.

Abrigaron la humedad de su saliva, mientras iban lamiendo la sal de sus ojos y el dulce néctar de sus sonrisas.

Se vieron envueltos de otros seres de alas que les rodeaban y les susurraron:

  "Si sientes con el alma, de pronto te abrirás como las flores, en el momento exacto de la entrega sin reservas.
 Tus pétalos se extenderán y lo harán sin angustia, escuchando el latido de tu planta.

 Con paciencia esperarás que la prodigiosa lluvia te bañe y te evaporarás lentamente gracias a cada rayo del sol.

Con tranquilidad aguardarás en su momento, a que el viento te alce y te lleve al destino final de  tu existencia.

Llegarás sereno al clímax, abriéndote a la vida, enseñando tus estambres cargados del polen y el pistilo que guarda tu miel.

 Las semillas que sembraras entonces alzaran vuelo como una dádiva de infinita inocencia.

Comprenderás que la pureza elemental habita en todo lo vivo, incluso en aquellos escenarios de las estrellas que laten con su propia luz.

Esa me la enseñaran tus ojos y me la entregara ese brillo divino de tu esencia, que me recordará cuan vivo estas, cuan bello eres.

La mayor fuerza se manifestara en la luminosidad, que desde siempre e infinitamente habita en ti, en nosotros y ahora nos mantiene vivos, en el paraíso del aquí y el ahora".

(Katty Alexandra).

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