El encuentro con la
pureza primordial.
La diminuta y perfecta rosa. Foto: Katty A |
Lentamente se fueron irrigando
de rosa sus mejillas, mientras a ellos se acercaron cientos de mariposas que volaron y los besaron con sus espiritrompas.
Abrigaron la humedad
de su saliva, mientras iban lamiendo la sal de sus ojos y el dulce néctar
de sus sonrisas.
Se vieron envueltos
de otros seres de alas que les rodeaban y les susurraron:
"Si sientes con el alma, de pronto te abrirás
como las flores, en el momento exacto de la entrega sin reservas.
Tus pétalos se extenderán y lo harán sin
angustia, escuchando el latido de tu planta.
Con paciencia esperarás que la
prodigiosa lluvia te bañe y te evaporarás lentamente gracias a cada rayo del sol.
Con tranquilidad aguardarás en su
momento, a que el viento te alce y te lleve al destino final de tu existencia.
Llegarás sereno al clímax, abriéndote a la vida, enseñando tus estambres cargados del polen y el pistilo que guarda tu miel.
Las semillas que sembraras entonces alzaran vuelo como una dádiva de infinita inocencia.
Comprenderás que la pureza elemental habita en todo lo vivo,
incluso en aquellos escenarios de las estrellas que laten con su propia luz.
Esa me la enseñaran tus ojos y me la entregara ese brillo divino de tu esencia, que me recordará cuan vivo estas, cuan bello
eres.
La mayor fuerza se manifestara
en la luminosidad, que desde siempre e infinitamente habita en ti, en nosotros y
ahora nos mantiene vivos, en el paraíso del aquí y el ahora".
(Katty Alexandra).
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