martes, 19 de agosto de 2014

Ecuaciones divinas. Un encuentro con delfines.
Mi encuentro con delfín amazónico.


El canto del delfín es una ecuación divina, un lamento que conmueve y envuelve, una melodía que confiere armonía.  

Es una sonrisa silenciosa percibida por quien con el espíritu abierto atento escucha.

Cuando su canto enigmático cesa solo se escucha la mar,  conduciendo su silencio al mismo río de sus orígenes, rumbo al manantial.

 Allí, el movimiento no cesa y pequeñas burbujas se rompen y se forman, en cadenas de delicados y envolventes torbellinos que gestan el curso de la vida.

La placida respiración acompaña  ese momento con cada latido del corazón, acompasando la respiración.

La humedad del lugar nos besa los labios, acariciándonos los cabellos y recordándonos ni un grano de arena permanece quieto, siguen su álgebra divina del movimiento.


Todo en su momento cambia y continúa como el destino de nuestros encuentros. 

El canto y el silencio es una poesía,  matemática iluminada como el permanente avance del agua.

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