sábado, 29 de junio de 2013

El día del encuentro de la realidad y el sueño

Un día se levantó de madrugada el sueño y acaricio a la realidad.



Ella lo observó desconcertada, sabía el sueño era el dueño de la noche: un habitante taciturno, esquivo de alguna esquina en la madrugada.
Por primera vez se reconocían en una mañana justo al momento de despertar.
Ella se estremeció. Sintió al sueño de sus sueños rozando sus cabellos y su mano sobre la claridad de su piel.
Tiernamente se miraron y se descubrieron en medio de esas nubes que se cernían en las pupilas de sus propios reflejos.
Así, se fusionaron para nunca dejarse.
Desde aquel momento, la realidad estuvo íntimamente unida al sueño. 
Él, adquirió la capacidad de proyectarse en el espejo de la realidad y ella, en el de los sueños.

Nunca volvió a existir un límite exacto entre ellos.



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