martes, 8 de marzo de 2016

Los oídos de la Tierra.

Con la luz de una luciérnaga se introduce en un poro de su tierra.

Escava con sus cabellos los orificios milimétricos, en el microcosmos del suelo donde yace.

Sigue siendo antena emisora y transmisora de señales.

No esta muerta, sigue viva: sus cabellos son raicillas templadas emitiendo cantos espirituales.

Se comunica ahora con las hormigas de sus entrañas.

Fue mujer y ahora es esencia femenina.

Su aroma es el de las flores amarillas de cada uno de sus ideales.
Se entierra ella misma y se sumerge en su propia agua hasta que revienta.

Emergen de sus células el bosque de su propia y complementaria naturaleza.

Es de nuevo átomos en emancipación, por que la energía divina de la que fue hecha jamás se acalla.


Con cariño para todas esas mujeres valientes siempre vivas y para todos los hombres poetas crecientes en espiral.


Katty Camacho García.

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