Con la luz de una luciérnaga se introduce
en un poro de su tierra.
Escava con sus cabellos los orificios
milimétricos, en el microcosmos del suelo donde yace.
Sigue siendo antena emisora y transmisora
de señales.
No esta muerta, sigue viva: sus cabellos
son raicillas templadas emitiendo cantos espirituales.
Se comunica ahora con las hormigas de sus
entrañas.
Fue mujer y ahora es esencia femenina.
Su aroma es el de las flores amarillas de
cada uno de sus ideales.
Se entierra ella misma y se sumerge en su
propia agua hasta que revienta.
Emergen de sus células el bosque de su
propia y complementaria naturaleza.
Es de nuevo átomos en emancipación, por que
la energía divina de la que fue hecha jamás se acalla.
Con cariño para todas esas mujeres valientes
siempre vivas y para todos los hombres poetas crecientes en espiral.
Katty Camacho García.
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