sábado, 10 de enero de 2015

El cervatillo.

Fuente de la foto: Russian Photo en Facebook.
 
 
Ingreso el cervatillo al bosque inundado, de la magia blanca de la luz y de la nieve.
Fue guiado por una luna llena de amor, humedeciéndose repentinamente sus ojos cristalinos en un sentimiento aguamarina.
Se sumergió  el sendero interior de su origen, su recinto sagrado, dando pasos suaves y tímidos, haciendo apenas crujir los cristales de la nieve a cada movimiento de sus patitas.
Prosiguió en medio de los rayos que traspasaban la atmosfera y llegaban a él, en un segundo, que no refleja los millones de kilómetros de la distancia de su origen.
Se sintió acariciado y descubrió en su inocencia:
“En el origen soy y estoy unido a un entorno misterioso, permanentemente gestante y perfecto”.
“Mis pasos son guiados por la belleza tranquila que en este bosque me ilumina y mantiene mi llama.
A pesar de las tormentas esta jamás se apaga y se enciende con un sutil rayo de amor”.

(Katty Alexandra)

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